Cuanto más duras y duraderas son las condiciones de vida que una sociedad se impone a sí misma, más difíciles son de curar las heridas que dejan y durante más tiempo siguen doliendo.
Guerra civil y dictaduras fueron el pan de cada día durante casi la mitad de los cien años que duró el siglo XX en España. Como al final del franquismo no se castigó a los culpables de tantas desgracias, la nueva legislación asimiló algunos valores y pautas de comportamiento de ese pasado, aunque a bombo y platillo se presumió del éxito de la Transición, y se siguió presumiendo hasta que, de repente, todo parece haberse estropeado.
De aquella nueva legislación procede destacar el RDL 20/1977 de 18 de marzo sobre normas electorales, norma que rigió para las primeras urnas convocadas en libertad, las del 15 de junio de aquel año. A poco que sus redactores se hubieran guiado por la prudencia y el respeto a una sociedad a la que por fin se le concedía la palabra, lo que habrían hecho es incluir en la propia norma su derogación total inmediatamente después de las elecciones, transfiriendo al Congreso recién elegido la tarea de elaborar una nueva ley electoral que sería fruto, en cualquier caso, de un consenso mucho más amplio.
Pero claro, entre esa tendencia autoritaria de legislar siempre “para toda la vida” y la evidencia de los resultados de unas primeras elecciones que produjeron el doble “milagro”, al que llamaré estafa en toda regla, de que a los de Adolfo Suárez y Felipe González cada escaño en el Congreso les costara, en votos, en torno a la mitad de lo que tuvieron que pagar por los suyos sus respectivos adversarios, Manuel Fraga y Santiago Carrillo, pues que nada de reformar ese chollo, se dijeron entre ambos y sin necesidad de palabras, por mucho que en el teatro de la política de cada día parecieran enfrentados y muy enfrentados.
Lo que siguió es historia cada día mejor conocida y a pesar de la Ley de Secretos franquista vigente. Tras liquidar el padre de Felipe VI a Adolfo Suárez en 1981, que hoy ha salido Tejero diciendo que ese rey fue quien organizó el asalto al Congreso el 23F, los de González y Guerra arrasaron en octubre de 1982 gracias a que, con el mismo RDL 20/1977 vigente, consiguieron esta vez que el PSOE pagara por cada escaño menos de la cuarta parte en votos que el PCE.
A partir de ese momento fue coser y cantar. En 1985 los 202 escaños del PSOE le pusieron al citado RDL el nombre de Ley Orgánica 5/1985 de Régimen Electoral General, o LOREG, con la misma voluntad de “para siempre”, pues copiaba lo que más les interesaba del RDL citado y a fecha de hoy, más de 40 años después, sigue siendo la legalidad electoral vigente.
Por tanto, y todo lo “democráticamente” que usted quiera, pero es probable que la LOREG sea la norma que más ha contribuido a que la política y la sociedad española sean como son.
Por poner un ejemplo, ¿sería este país el mismo que es ahora si desde 1977 se hubiera legislado una limitación de mandados que impidiera a los políticos cobrar del erario público durante más de ocho años?
Todo hace pensar que no, y que sería mejor, pues el tiempo en política es decisivo para tejer las redes de intereses oscuros donde prolifera la corrupción.
Además, me sigo preguntando, ¿no hubiera sido lógico implantar esa norma en un país que venía de políticos que podían vivir toda la vida a cuenta de los impuestos, siempre que se arrugaran como gusanos ante los que mandaban?
Y, en el lado positivo, muchas más personas tendrían interés y la oportunidad de implicarse en los asuntos de todos, que eso es la política. Eso no puede ser malo.
Continuará…