Aún quedan casi dos meses para confirmar o descartar la tercera repetición consecutiva de las elecciones generales sin otro motivo aparente que la confirmada incapacidad de unos políticos que, aunque osan presentarse, no saben después cómo pactar.
Dado que no sabemos votar para conseguir que aprendan a negociar, o para que no tengan que hacerlo, debemos echarles una mano con ideas nuevas, aunque también es una mano interesada porque, si nos hacen caso, ahorraremos el dinero que nos cuestan unas urnas repetidas a las que acudimos a ciegas, pues, casi siempre, nacen de unas negociaciones de las que solo conocemos el teatro.
Pero no siempre, sino “casi siempre”, porque tras las del 23J ha salido un rompedor que ha tenido la valentía de poner, y en voz bien alta, una condición necesaria para quien solicite los votos que lidera.
De momento, ha conseguido una importante victoria, pues suyo es el mérito cosechado con la derrota del primer aspirante, quien ha concluido su intento presumiendo de que “hubiera podido gobernar, pero no he querido”. Se puede escribir con mayúsculas, en negrita o subrayada, o con todo a la vez porque esta chulería para tontos será recordada durante años.
Volviendo a lo de ayudar a los políticos, habrá que dedicar un tiempo a repasar la Constitución, en este caso el artículo 99, y la legislación electoral. Las propuestas deberán ser lo suficientemente realistas para que puedan aplicarse, pues hay que conseguir que, por fin, se atrevan con la reforma de la LOREG.
La verdad, resulta bastante idealista pensar que nos harán caso, aunque propusiéramos, perfectamente redactado, el proyecto LEPATE, siglas que corresponden a la Ley Electoral del Paraíso Terrenal, pero este pensamiento se ha colado sin permiso en este escrito.
Antes de entrar en los detalles, y por si sirve de ayuda, o para una risa, compartir dos evidencias. La primera, los muchos poderes políticos en distintos niveles que existen en el Reino de España, algo normal en los países democráticos. Y la segunda, el que sea tan difícil llegar a un acuerdo para investir al presidente de uno solo de esos poderes, precisamente el del propio Reino. Un humorista haría un chiste que terminaría lanzando al respetable una pregunta cantada: ¿qué gobierno es el que sobra?
En entregas posteriores se analizarán también algunas de las aberraciones numéricas resultantes de la aplicación de la LOREG en las dos repeticiones anteriores, que se contrastarán con los de las autonómicas de 2003 en la C.A. de Madrid. Sensible al contexto, reconozco que las de principios de siglo me han venido a la cabeza por dos motivos principales.
El primero, porque fueron las provocadas por la traición de Tamayo y Sáez a sus compañeros del PSOE en la Asamblea de Madrid, perfectamente planificada en dos momentos parlamentarios decisivos: el primero para entregar la presidencia del legislativo al PP y el segundo y definitivo, votando en contra del candidato de la coalición entre el PSOE e IU.
El otro motivo es culpa, precisamente, de la insistencia de Feijoo en lo de que “hubiera podido…” y, a partir de ese momento, insistir en la repetición electoral. Me parece un calco adaptado a las nuevas circunstancias, y consciente o no, de la estrategia de Aguirre en 2003, que eligió repetir las urnas en lugar del debate parlamentario, a sabiendas de que le hubieran echado en cara los votos de los dos traidores del PSOE. Quizás lo había pactado así con ellos para quienes, en cualquier caso, la política ya no podría ser nunca su futuro.
Millones de veces han llamado traidores a Tamayo y Sáez durante estos días, Aguirre no quiso sus votos para gobernar en 2003, aunque sí para derrotar en mala lid al adversario, lo que siempre es mucho menos arriesgado.
Veinte años después, Feijoo no ha querido los votos de los independentistas catalanes, pero, a diferencia del caso Tamayo/Aguirre, los votos de Junts no están al alcance de quien no tenga unas convicciones democráticas mínimas.
Aunque la distancia que separa a cualquier Tamayo de Puigdemont sea insalvable, al no comparecer los traidores que necesitaba Feijoo para conseguir la investidura, él y los suyos, incluidos sus socios de Vox, comenzarán a llamar traidores a algunos de los que pacten con Sánchez.
Con ello sembrarán nuevos odios contra los “traidores a la patria” y quienes se entiendan con ellos, una de las formas más empleadas para calificar a quienes reclaman el derecho a decidir su futuro si no es en España.
Y que tanto nos recuerda a la dictadura franquista.
Próximas entregas.
Aberraciones LOREG: los números de las repeticiones electorales.
Calidad democrática contra lotería LOREG para repetir elecciones.
La repetición electoral, un refugio para los malos perdedores.
Molt ben travat! Però jo pens que España és irreformable, també la seva llei electoral…