Por Domingo Sanz
Antes de seguir leyendo le voy a proponer dos consensos de partida, dado que ponerse de acuerdo es la única manera de coexistir en paz y, como es lógico, no estoy hablando de usted y de mí, que lo estamos consiguiendo en este momento, sino de los políticos, que cada vez que se levantan de la mesa es porque tienen en mente la posibilidad de resolver los problemas recurriendo al procedimiento de que nos hagamos daño entre nosotros.
A ver quién amenaza o golpea más y mejor.
Y a las órdenes de ellos, pero sin que lo parezca.
Atención, porque se trata de un trabajo, el de ellos, que no nos sale gratis. Pues mejor sin sangre, por favor.
Por ejemplo, una de las maneras menos guerreras que tienen para que nos incordiemos es no ponerse de acuerdo en lo de cumplir las sentencias firmadas por la voluntad popular, es decir, por usted, por mí y por unos cuantos millones de personas, en las únicas oportunidades que nos concede la legislación vigente para tomar decisiones.
Y para que no parezca lo que es, es decir, el resultado de su incapacidad, o incluso de su maldad, lo disimulan con aquello de que “a nadie le amarga un dulce” y que, por tanto, nos conceden la oportunidad de disfrutar de una nueva “fiesta de la democracia”.
Sería la tercera consecutiva. Por tanto, son ellos los que tienen que mejorar.
En resumen, me gustaría saber que piensan ellos, que son unos cuantos, de nosotros, que somos millones, para decidir que los cuatro años de una legislatura completa no nos han bastado para tomar una decisión correcta en las urnas y que, en cambio, lo haremos mejor evaluando los pocos meses que pueden transcurrir entre unas elecciones y las que deben repetirse con, además, un gobierno que solo puede estar en funciones, aunque “caigan chuzos de punta”, que se decía en mis tiempos.
Por lo tanto, los dos consensos que le quería proponer para ver si usted y yo pisamos el mismo territorio político, es decir, no necesariamente partidista, son los que le expongo a continuación.
El primero es coincidir en que, si se volvieran a repetir las elecciones, los políticos que tenemos nos habrían demostrado que no saben negociar y, por tanto, que no sirven.
Y el segundo es que la LOREG, que es la principal de las normas destinadas, también, a enseñarles el trabajo de ponerse de acuerdo sobre quien gobierna, no ha servido para cumplir la función para la que fue aprobada en 1985.
Pero como somos realistas y pensamos que nosotros, los jueces, es decir, los millones que votamos, también podemos equivocarnos, a partir de los dos consensos ya conseguidos entre usted y yo porque, de lo contrario, usted ya no estaría leyendo esto, le propongo conceder a los políticos una oportunidad y, además, ayudar en su trabajo de la reforma legal con una primera de las propuestas que iremos consensuando en esta serie de reflexiones sobre la normativa electoral.
Unilateralmente consideraré conseguido el consenso entre usted y yo, porque nadie me puede prohibir los mejore sueños.
La nueva oportunidad que propongo les concedamos es que, siendo ellos tan impertinentes como para no ponerse de acuerdo en lo de gobernar cuatro años a partir de nuestra sentencia del 23 de julio pasado, les digamos que vale, que acudiremos a la repetición, pero con la condición de que nos garanticen la aprobación de una nueva versión de la LOREG que les obligue a aprender más y mejor su oficio, que para eso les pagamos.
Abro paréntesis para informar que nosotros, que aunque somos millones no somos tontos, acudimos a votar el 23 de julio con la aviesa intención de que quien quiera gobernar tenga que cumplir por anticipado una parte del “contrato” (¿se está notando?) y, por tanto, queremos una carta firmada ante notario con la dimisión obligada del presidente si no pudiera garantizar en tiempo y forma la aprobación por el Congreso de la comprometida reforma de la LOREG, que estamos hartos de que después, “si te he visto no me acuerdo”, y que ¡¡viva la sabiduría popular!!
Pero, además, siendo como somos menos exigentes que generosos, hemos decidido ayudar a la reforma proponiéndoles una norma que podría funcionar para lo de ponerse de acuerdo y evitar repeticiones.
Recurriendo de nuevo a las experiencias de vida, tantas veces decisivas y muchas más despreciadas por los políticos a la hora de tomar decisiones que les permitan superar confusiones, que menos que pedir consejos, y más si son gratuitos, cuando te ves superado por la duda que todo lo envuelve y que sientes que te hunde.
¡¡Que dispare la primera frase el primero que se atreva a decir que nunca ha prestado oídos a otros sobre algo parecido a lo que le estaba recomiendo por dentro!!
Pues para mejorar la LOREG aconsejando sobre los temas en los que podrían ponerse de acuerdo los elegidos de cualquier color, o casi, hay soluciones tan fáciles que nadie las inventa.
Domingo Sanz